Objetos perdidos
Allá por la segunda mitad de los noventa daba clases a un grupo de chicos y chicas jóvenes, muy jóvenes que venían de fracasar de la entonces EGB vigente. Tenían poco más de 16 años, la edad a la que podían pasar a la Educación de Adultos (y adultas) y no había forma de que entraran al trapo de la poesía (también era complicado leer cualquier tipo de literatura en general por eso inventamos la lectura casi espiritista de Becquer). Por aquella época, un grupo de chavales jóvenes, mucho formaron un grupo llamado los objetos perdidos y, casualmente aquel año, no recuerdo cuál exactamente, llegaron a ser finalistas del concurso Medio kilo de rock en dura competencia con Amaral (qué lejos queda todo eso viendo a Eva y a Juan llenado plazas de toros aunque manteniendo el listón muy alto en sus letras frente a las bobaliconadas al uso).
Santi, Paquillo, Paco y Fernando grabaron, además del single «Alma rebelde«, los largos (en casete los dos primeros) involución, buena la hemos hecho (en el que me incorporaron a la lista de objetos perdidos porque escribí que hasta la luna fue a verlos en Ruesca) y el valor de lo inutil (ya en cederrón cuya carátula incorporo).
Mis chicos de Graduado Escolar eran duros y los objetos no eran precisamente unos blandengues ni en su música ni, mucho menos, en sus letras. Recuerdo que, parte de la clase, nos fuimos en dos coches a la final del medio kilo y volvimos renegando de Amaral porque había ganado sin tener ni p. idea de rock y sabiendo (yo al menos) que los objetos nos acababan de abrir el camino de la poesía en nuestra aula. Sus letras fueron las primeras que pusimos en la pizarra, después vinieron otras.
(de la voz del capitán)
sin aprender de nada
sigo manteniéndome en pie
Hoy Santi sigue en la brecha con los gandules y Paquillo siempre anda en proyectos. Yo sigo añorando a los objetos perdidos y al valor de lo inutil, disco y grupo fueron citados en mi tesina de un máster cuando intentaba explicar la razón por la que los jóvenes de los primeros pasos en internet hacían las web que hacían. Y yo, que sigo siendo un objeto perdido, me permito incorporarlos a este portal porque recuperar lo bueno merece la pena y porque trabajar en festivo tiene que tener alguna compensación.