Pareados
Los pareados constituyen un excelente recurso para que los niños se suelten a hacer versos, y no tiene más misterio que buscar oralmente palabras que rimen con una dada y luego hacer el pareado.
- Proponemos una palabra, por ejemplo, azul.
- Buscamos otras que rimen con ella: tul, abedul, gandul.
- Construimos los pareados combinando las palabras:
La golondrina asciende en el azul
envolviéndose traviesa con su tul.
Voló mi pañuelo azul,
subiéndose a un abedul.
Mercè Lloret Barrau en encuentros con la poesía, pone este ejemplo que mezcla los pareados con la repetición:
Buscamos una expresión de alegría que pudiéramos repetir y elegimos «¡Qué bien!». Toni, además tuvo mucha suerte…
¡Qué bien!
Me voy a mi casa
y me como una pasa.
¡Qué bien!
Entro en mi habitación
montado en un camión.
¡Qué bien!
Me siento en el sillón
y me encuentro un millón.
¡Qué bien!
En la misma página, propone pareados en forma de diálogo entre dos niños, como el de Diana y Daniel:
– ¿Cómo te llamas?
– Mariano Llanas.
– ¿De quién es la mochila?
– De Rubén, el gorila.
– ¿Dónde la ha comprado?
– En aquel mercado.
– ¿En qué pasillo?
– En el de mi tío.
– ¿Qué ha comido?
– Melocotón con vino.
– ¿Le ha gustado?
– No demasiado.
– ¿A dónde ha ido?
– Hacia el castillo.
Y todavía más pareados con la fórmula Yo quiero ser… pero soy, como estos basados en los que escribió Daniel C.
Yo quiero ser guerrero,
pero soy un bombero.
Yo quiero ser policía,
pero soy de Alejandría.
Yo quiero ser albañil,
pero soy alguacil.
Yo quiero ser motorista,
pero soy futbolista.
Yo quiero ser actor,
pero soy un anunciador.
Yo quiero ser pastelero,
pero soy un granjero.
Yo quiero ser biólogo,
pero soy zoólogo.
Yo quiero ser cantante,
pero soy estudiante.
Yo quiero ser profesor,
pero soy ajustador.
Yo quiero ser geógrafo,
pero soy biógrafo.